El maestro desempeña un papel de importancia. Es modelo de las virtudes cristianas, se mantiene actualizado con las tendencias educativas más apropiadas para los alumnos.

Toda adquisición de conocimiento se basa en la aceptación de ciertas premisas fundamentales o cosmovisión. La cosmovisión cristiana reconoce la existencia de una realidad tanto sobrenatural como natural.

Los adventistas sostienen que el campo total del conocimiento abarca más que el ámbito intelectual o científico.

El verdadero conocimiento incluye dimensiones cognitivas, experimentales, emocionales, relacionales, intuitivas y espirituales.

La adquisición del conocimiento verdadero conduce a una comprensión cabal que se manifiesta en decisiones sabias y en una conducta apropiada.

La disciplina en una institución educativa adventista se basa en el objetivo de restaurar la imagen de Dios en cada estudiante, y reconoce el libre albedrío individual y la influencia del Espíritu Santo. La disciplina que no debe ser confundida con castigo procura el desarrollo del autocontrol. En la disciplina redentora juegan un papel importante la voluntad e inteligencia del estudiante, de los docentes y del equipo administrativo.

El ambiente de aprendizaje combinará equilibradamente la adoración a Dios, el estudio, el servicio comunitario y la recreación.

El ambiente estudiantil estará impregnado de espiritualidad alegre, un espíritu de colaboración y respeto por la diversidad de individuos y culturas.

La escuela, colegio o universidad adventista dará evidencias claras de que sus programas y actividades se basan en la filosofía adventista de educación. Tal evidencia se obtiene observando el currículo formal, las actividades de enseñanza y aprendizaje, la atmósfera del campus y escuchando el testimonio de estudiantes, egresados, patrocinadores, empleados y vecinos.

La evaluación, ya sea de individuos o de instituciones, tiene un propósito constructivo y siempre procura alcanzar el elevado ideal divino de la excelencia.